Las navidades son sinónimo de ilusión, magia y encuentros familiares. Una época en la que las mesas se llenan de exquisiteces que invitan a compartir momentos especiales con nuestros seres queridos. Sin embargo, esta temporada de celebraciones también conlleva un lado menos positivo: un aumento muy significativo en el desperdicio alimentario.
Algunos estudios ofrecen cifras demoledoras al respecto. Un 54,1% de los españoles desperdicia entre un 10 y un 25% de los alimentos que adquirieren para estas fiestas. Un problema que no solo afecta a la economía familiar, sino que también tiene un impacto ambiental considerable.
No solo derroche económico
Tirar comida no solo es un gasto innecesario de dinero, sino que también implica un uso ineficiente de los recursos empleados para producir esos alimentos, como agua, energía y suelo. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), alrededor del 30% de los alimentos producidos a nivel mundial termina desperdiciándose. Esto equivale a aproximadamente 1.300 millones de toneladas de comida cada año.
En términos ambientales, el desperdicio alimentario contribuye al cambio climático. Los alimentos desechados a menudo acaban en vertederos, donde emiten metano, un gas de efecto invernadero mucho más potente que el dióxido de carbono. Además, la producción de alimentos que nunca llegan a consumirse representa una emisión innecesaria de gases contaminantes, exacerbando la crisis climática global.
Reducir el desperdicio alimentario durante las festividades no es solo una cuestión de ahorro, es también una acción necesaria para cuidar el planeta. A continuación, presentamos algunas recomendaciones prácticas para evitarlo.
Planifica tus compras. Antes de ir al supermercado, haz una lista detallada de los ingredientes que realmente necesitas y ajusta las cantidades según el número de comensales. Evita caer en compras impulsivas motivadas por ofertas o promociones que, a menudo, terminan olvidadas en la despensa hasta pasada su fecha de caducidad.
Apuesta por la calidad. Es preferible servir porciones moderadas de alimentos bien elaborados que cargar la mesa con excesos. Optar por menos platos, pero más representativos de las tradiciones familiares es infinitamente más especial y mucho más sostenible.
Almacena adecuadamente. Muchas veces, los alimentos se desperdician porque no se almacenan de forma correcta. Utiliza recipientes herméticos, etiqueta los productos con la fecha de caducidad y organiza el frigorífico colocando los alimentos más antiguos al frente para consumirlos primero.
Creatividad para las sobras. En lugar de tirar las sobras, transfórmalas en nuevas recetas. Por ejemplo, el pavo o los asados pueden convertirse en deliciosos bocadillos, croquetas o ensaladas. Internet está lleno de ideas para dar una segunda vida a los alimentos.
Congela los excedentes. Si preparas más comida de la que se acaba consumiendo, congélala en porciones individuales. Esto no solo evita el desperdicio, sino que también te proporciona comidas rápidas para las semanas posteriores.
Reutiliza ingredientes en caldos o guisos. Las pieles de vegetales, huesos y restos de carne pueden aprovecharse para hacer caldos caseros que son perfectos para combatir el frío invernal. Esta práctica reduce los desechos y añade un toque de sabor natural a tus platos.
Fomenta la conciencia entre los invitados. Hablar abiertamente con la familia y amigos sobre la importancia de no desperdiciar alimentos generar un positivo impacto colectivo. Invita a los comensales a llevarse las sobras a casa en recipientes reutilizables.
Colabora con bancos de alimentos y asociaciones locales. Si tienes excedentes de alimentos no perecederos o productos que no usarás, considera donarlos a organizaciones benéficas. Muchas de estas entidades organizan campañas especiales durante la Navidad.
Una Navidad más sostenible y consciente
Adoptar hábitos responsables para evitar el desperdicio alimentario no tiene por qué restar magia ni sabor a las fiestas. Al contrario, estas prácticas fomentan un consumo consciente y solidario que, además de beneficiar al medio ambiente, ayuda a reforzar los valores de generosidad y respeto que caracterizan esta época del año.
Hacer de la Navidad una celebración más sostenible está al alcance de todos. Con pequeñas acciones, no solo contribuimos a cuidar nuestro bolsillo y el planeta, sino que también damos un ejemplo positivo a las generaciones futuras. Al final, lo más importante de estas fechas no es la cantidad de comida sobre la mesa, sino el tiempo compartido junto a las personas más queremos.
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